El enfermero y las enfermedades no transmisibles

Resumen

Las enfermedades no transmisibles (ENT), son una preocupación cada vez mayor para la sociedad y los gobiernos nacionales, así como a nivel mundial debido a su alta tasa de mortalidad. Los principales factores de riesgo de las ENT se pueden clasificar en las categorías de autocontrol, factores genéticos, ambientales, factores de condiciones médicas y factores sociodemográficos ^(1).

Anualmente ocasiona 41 millones de defunciones, representando esto las tres cuartas partes de todas las defunciones a nivel global. Entre estas enfermedades tenemos a las cardiovasculares, las oncológicas, las respiratorias crónicas y la diabetes mellitus, las cuales se asocian con el 80% de muertes prematuras. Estas enfermedades se vinculan a la mala práctica de estilos de vida, consumo de tabaco-alcohol, el sedentarismo, entre otros ⁽²⁾.

Enfermería es reconocida como la “columna vertebral” de cualquier sistema de salud, estos profesionales tienen una formación científica y humanística sólida, especialmente adaptada a los crecientes desafíos del siglo XXI, caracterizado por una transición demográfica acelerada, acompañada de un escenario de alta carga de morbilidad con el predominio de las ENT, la presencia de enfermedades infecciosas-emergentes y el aumento de muertes atribuibles a causas externas ⁽³⁾.

El enfermero tiene una función decisiva en el logro de la cobertura sanitaria universal y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS). El enfermero desempeña un papel crucial en la promoción de la salud, la divulgación de conocimientos básicos sobre salud y la gestión de ENT, de ahí la importancia de brindar las condiciones y facilidades para el cumplimiento cabal de su rol de cuidado ⁽⁴⁾.

La pandemia de COVID-19 ha reforzado la necesidad de garantizar la salud y la equidad social. Si bien las autoridades sanitarias a nivel global, reorientaron los recursos y los esfuerzos para contener la pandemia, existe la preocupación de que el cambio de prioridades sanitarias, sociales y económicas tuvieran efectos perjudiciales duraderos sobre el riesgo de incrementarse la prevalencia de ENT ⁽⁵⁾.

El autocuidado es un elemento fundamental del tratamiento de pacientes con una enfermedad crónica y un foco importante de muchas intervenciones. Los principales déficits encontrados en las intervenciones de autocuidado incluyen una falta de atención a los problemas psicológicos de las enfermedades crónicas, poco uso de la tecnología y poco énfasis en las técnicas de cambio de comportamiento ⁽⁶⁾.

Un aspecto a considerar en el manejo de pacientes con enfermedades crónicas es que se identifican tres temas como barreras para la autoeficacia: alfabetización en salud, acceso y apoyo. Se encontraron cuatro estrategias destacadas para promover la autoeficacia: programas de autogestión, telesalud, aplicaciones móviles, juegos y redes sociales. Los hallazgos indican que la autoeficacia de los pacientes con enfermedades crónicas puede mejorar con nuevas intervenciones. Mejorar la educación tradicional y aumentar la autoeficacia podría aumentar la adherencia al tratamiento y reducir los costos en estos pacientes ⁽⁷⁾.

Las intervenciones de salud son una alternativa con amplia potencialidad para el manejo de ENT; sin embargo, su implementación debe gestionarse activamente, además de evidenciar las barreras considerando la práctica basada en evidencia ⁽⁸⁾.

Finalmente señalar que, para hacer frente a estos desafíos, es necesario un cambio de paradigma hacia un enfoque más proactivo de la promoción y el mantenimiento de la salud. Los elementos básicos para crear una cultura de la salud incluyen, ante todo, la educación sanitaria en todos los niveles de la sociedad, programas de capacitación y políticas que apoyen y fomenten la atención centrada en la persona de ciudadanos bien informados y líderes comunitarios. El enfermero con su ciencia del cuidado asume estos desafíos, a pesar de estar inmerso en un medio muchas veces adverso ⁽⁹⁾.